noviembre 03, 2008

Atrapada en la propia telaraña

Ha pasado un tiempo relativamente largo en el que no me había pasado a publicar nada por aquí. No es que no tenga nada que decir, de hecho los temas nunca se acaban, pero a veces tales temas son tan complejos, que nos dejan amordazados y atados de manos por miedo a tocarlos siquiera.

Así me pasa ahora. He estado leyendo con las antenas bien paradas, intentando percibir finamente lo que pasa a mi alrededor: desde las conversaciones fugaces que atrapo de otras personas, hasta las ligeras discusiones aparentemente sin sentido que tengo en mi familia. Todo tiene un por qué pedagógico, creo yo. El chiste es encontrarlo, pero no sé si aferrarme a esa idea o simplemente dejar que fluya y aparezca de repente.

Y es que al parecer me metí en camisa de once varas con el tema de mi tesis. ¡Lo sabía! Debí hacerle caso a las voces en mi cabeza que me aconsejaban sabiamente no meterme demasiado en el asunto. He revisado libros de historia del arte, psicología del desarrollo, corrientes filosóficas de la ética, semiótica y psicoanálisis, por mencionar algunos, y cada vez que me siento a escribir me enmaraño con tanta idea que tengo volando y que no logro aterrizar… y no es que no pueda, lo que pasa es que me da miedo. No creí que el miedo a descubrir verdades y tejer las tramas me diera tanto pavor.

¿Es la adolescencia la edad ideal para aprender los principios fundamentales que rigen la vida social?
¿Es el arte el mejor medio para darles a los jóvenes esa contención que requieren, o es tan peligroso que en las manos equivocadas puede ser un arma fabricante de locos psicópatas al por mayor?

No lo sé todavía, y con las dos inocentes preguntas anteriores, ya se vislumbra una tímida respuesta, pero ¿cómo darle soporte científico? ¿Cómo debo moderar la pasión que para mí representa el arte con la objetividad que requiere la elaboración de un trabajo recepcional? ¿Cómo contagiar a mis maestros de esta locura para que aprueben mi hipótesis, si la que tiene que salir de esto sola y convencerse debo ser yo?

¿Cómo combinar la sensibilidad que siento hacia los adolescentes? ¿Cómo decirles que es maravilloso volverse adulto? ¿Cómo intentar enseñar a las nuevas generaciones las convenciones sociales con las que no estoy totalmente de acuerdo? ¿Debo aprender a ser más práctica que reflexiva? ¿Qué con el Arte? ¿Te enseña a ser práctico o reflexivo? ¿Qué tipo de Arte elijo?

Menudo aprieto en el que me he metido, y el jefe del campo en el que estudio ya se ha dado cuenta de ello: por eso me ha puesto a “pensar más allá”. ¿Qué es lo que quiso decir? ¿“Date cuenta de tus alcances y limitaciones”? Tiene toda la razón del mundo, pero el problema es que tengo miedo. De esto depende mi futuro, sin exagerar, y por eso tengo mucho miedo. No quiero arrepentirme, equivocarme, no en algo en lo que creo tanto, no otra vez, no!!!. No soportaría la pérdida de mis ideales, no quiero pensar que no existe futuro, pero a veces sí lo pienso, y eso es lo que en realidad me jode…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No tengas miedo, amiga... tu talento y amor por lo que haces son tus armas, así que confía en ti como yo lo hago desde aquí.

Un beso

Anónimo dijo...

Hola, me identifico un poco contigo por el temor a equivocarme que me da a veces sobre compartir mis pensamientos, más ahora que pretendo entrar a las aulas para exponerlos.

Pero aún cuando parece un trabajo serio el tuyo, eres una chica que se divierte, y creo yo, desde donde me encuentro, que es la pasión mezclada con la creatividad y la locura la que nos lleva a elegir finalmente. Déjate llevar, has un poco de ambas propuestas y verás cuál es la que casi surge sin necesidad de tu intervención, porque lo disfrutas, porque te apasiona el tema.

Así es como me gusta elegir, porque si no me convence totalmente una propuesta, la abandono. Entonces, como requisito, debo fluir cuando trabajo para que se despierten mis sentidos y me vuelva un poco más perceptiva.

Un abrazo y éxito amiga, que suerte no te hace falta, eres muy capaz.

Elisa

Alicia Torres dijo...

todos tenemos miedo, lo importante es saber como amarralo a una piedra y dejarlo atras.

Saludos