
En primer semestre conocí al buen Arturo, que luego desertaría de la carrera y se iría a estudiar Odontología, pero que se convirtió en un excelente amigo que me hizo reír hasta dolerme la panza. Él y la flaka (conocida en el bajo mundo como “la estrella del grupo de jazz de la UPN”), se convirtieron de inmediato en mis mejores amigos.
También conocí a Mayra, Gina y Mirna, quienes junto con Gaby, una antigua conocida de mis ayeres como administrativa en un colegio, llegaron a conformar mi equipo de trabajo base, el equipo con el que he trabajado durante largas horas de ardua labor, discusiones interminables, solidaridad y fatiga compartida.
Mi primera clase en esta escuela fue con el maestro Fernando, Ciencia y Sociedad. Me quedé pasmada con su sapiencia y a pesar de que me daba miedo en un principio, terminó por ser uno de mis maestros más respetados y queridos. El maestro Samuel se convirtió en un cuate con el que comparto gustos y aficiones, ahora es mi tutor y una de las pocas personas con quien puedo hablar sinceramente de lo que me pasa. El maestro San Miguel es un hombre muy perspicaz, gracioso y buena onda, además de un verdadero apasionado de la cultura helénica.
Mención aparte merece la maestra Amada Elena, única en su tipo: serena, conciliadora, muy humana y muy inteligente. La amiga que todo el mundo desearía tener.
Entré a estudiar Inglés al CELEX de la UPN, y conocí a Belinda, una mujer modelo, gran persona y entregada al estudio de los idiomas. También allí conocí a Brenda, una mujer muy valiente por defender su sexualidad ante el asombro y el juicio de todos… y además de todo, apasionada por Harry Potter igual que yo. En CELEX tuve el gusto de conocer a Mandy Mason, una trotamundos muy culta y divertida, así como a algunos otros compañeros con quienes pude practicar el idioma y sentirme como en casa.
En el Taller de Teatro conocí al buen Benja, y a entrañables compañeras como Joss, Irma, Iris y Viridiana. También me hice amiga de Don San, un maravilloso ser humano. En el taller de Arte fui simple y sencillamente FELIZ. Tendría que dedicar una entrada aparte para recuperar esas experiencias y la gente querida que conocí y a quienes aún tengo en la más alta estima…
En segundo semestre tuve a la maestra Ana María, que aunque me hizo ver mi suerte en un momento dado, ha sido de las personas de quien más he aprendido en la carrera. Ahí también conocí a Dany, Carmen y Liliana, junto con quienes compartí momentos inolvidables y han sido de las mejores amigas que he podido hacer en la carrera. En tercero tuve a la maestra Virginia, quien dominaba impresionantemente la materia que impartía, y a quien admiré por su profesionalismo y sinceridad en la asesoría.
En cuarto semestre César indudablemente me salvó la vida… y el profesor Jorel me hizo reflexionar en que las Matemáticas podían tener su encanto. En quinto semestre todos mis maestros fueron buenos, la maestra Sara de Comunicación, la maestra Guadalupe de Currículum, la maestra Clara de Gestión, el maestro Carlos de Investigación y el maestro Mario de Orientación. De todos podría decir algo bueno, pero en general puedo decir que me inspiraron. En sexto semestre he conocido a la maestra Patricia de Didáctica, y he empezado a descubrir la pasión que siente por su trabajo y de la cual carecen la mayoría de los profesionales de la educación.
En fin que haciendo un resumen muy sintetizado de las cosas buenas que he vivido en la UPN, puedo sentirme orgullosa de que me han tocado los compañeros y maestros que merezco, ni más ni menos.
Puedo hablar con orgullo de tener dos sietes en mi boleta, mismos que como es sabido, no reflejan lo aprendido, pero sí lo duro que ha sido el paso por la vida mientras he estudiado en esta institución.
Afortunadamente he tenido compañeros que han sido “matados”, “ñoños”, “huevones”, desobligados, de todo… he podido estar cerca de gente que piensa de manera diametralmente opuesta a la mía, lo que me ha hecho aprender endemoniadamente de la vida. Por fortuna nunca me junté ni con los muy holgazanes y frívolos que me hubiesen inducido al vicio y los placeres (ja!) y hubiese desatendido mi estudio; ni me junté con los que se creen muy sabios, ya que habría estado en constante competencia por ser el pensador que México esperaba.
Estuve con gente normal, con gente que tiene un pensamiento común, muy similar al resto del mundo, gente que me da cuenta de lo que soy y en dónde estoy situada, gente que no me dejó viajar al Olimpo, que me bajó a tierra cuando fue necesario, y que me levantó del suelo cuando así lo requerí.
Conocí a gente con un nivel intelectual inferior al mío, pero también gente que me superaba llevándome años luz de distancia, dejándome siempre con la boca abierta y sin un parpadeo. Todo el tiempo estuve en el centro, quejándome de todo, criticando, no estando conforme, pero aprovechando esta situación de caos para aprender a mi propio ritmo, para darme mis pausas, para darme mis gustos y darme chance de disfrutar hasta el más mínimo detalle, de disfrutar inclusive el sufrimiento.
Sí, efectivamente nada fue cien por ciento malo.
El sexto semestre está por terminarse, y una nostalgia inaudita comienza a invadirme de pronto: lo no aprovechado ya no se aprovechó, las palabras lindas que no dije en su momento, ya no se dijeron… pero lo bueno que he vivido ya está escrito en esta historia. Todavía falta… pero hasta aquí habrá un cierre. Lo que ocurra el otro año… es algo de lo que aún no quiero preocuparme…
Mi primera clase en esta escuela fue con el maestro Fernando, Ciencia y Sociedad. Me quedé pasmada con su sapiencia y a pesar de que me daba miedo en un principio, terminó por ser uno de mis maestros más respetados y queridos. El maestro Samuel se convirtió en un cuate con el que comparto gustos y aficiones, ahora es mi tutor y una de las pocas personas con quien puedo hablar sinceramente de lo que me pasa. El maestro San Miguel es un hombre muy perspicaz, gracioso y buena onda, además de un verdadero apasionado de la cultura helénica.
Mención aparte merece la maestra Amada Elena, única en su tipo: serena, conciliadora, muy humana y muy inteligente. La amiga que todo el mundo desearía tener.
Entré a estudiar Inglés al CELEX de la UPN, y conocí a Belinda, una mujer modelo, gran persona y entregada al estudio de los idiomas. También allí conocí a Brenda, una mujer muy valiente por defender su sexualidad ante el asombro y el juicio de todos… y además de todo, apasionada por Harry Potter igual que yo. En CELEX tuve el gusto de conocer a Mandy Mason, una trotamundos muy culta y divertida, así como a algunos otros compañeros con quienes pude practicar el idioma y sentirme como en casa.
En el Taller de Teatro conocí al buen Benja, y a entrañables compañeras como Joss, Irma, Iris y Viridiana. También me hice amiga de Don San, un maravilloso ser humano. En el taller de Arte fui simple y sencillamente FELIZ. Tendría que dedicar una entrada aparte para recuperar esas experiencias y la gente querida que conocí y a quienes aún tengo en la más alta estima…
En segundo semestre tuve a la maestra Ana María, que aunque me hizo ver mi suerte en un momento dado, ha sido de las personas de quien más he aprendido en la carrera. Ahí también conocí a Dany, Carmen y Liliana, junto con quienes compartí momentos inolvidables y han sido de las mejores amigas que he podido hacer en la carrera. En tercero tuve a la maestra Virginia, quien dominaba impresionantemente la materia que impartía, y a quien admiré por su profesionalismo y sinceridad en la asesoría.
En cuarto semestre César indudablemente me salvó la vida… y el profesor Jorel me hizo reflexionar en que las Matemáticas podían tener su encanto. En quinto semestre todos mis maestros fueron buenos, la maestra Sara de Comunicación, la maestra Guadalupe de Currículum, la maestra Clara de Gestión, el maestro Carlos de Investigación y el maestro Mario de Orientación. De todos podría decir algo bueno, pero en general puedo decir que me inspiraron. En sexto semestre he conocido a la maestra Patricia de Didáctica, y he empezado a descubrir la pasión que siente por su trabajo y de la cual carecen la mayoría de los profesionales de la educación.
En fin que haciendo un resumen muy sintetizado de las cosas buenas que he vivido en la UPN, puedo sentirme orgullosa de que me han tocado los compañeros y maestros que merezco, ni más ni menos.
Puedo hablar con orgullo de tener dos sietes en mi boleta, mismos que como es sabido, no reflejan lo aprendido, pero sí lo duro que ha sido el paso por la vida mientras he estudiado en esta institución.
Afortunadamente he tenido compañeros que han sido “matados”, “ñoños”, “huevones”, desobligados, de todo… he podido estar cerca de gente que piensa de manera diametralmente opuesta a la mía, lo que me ha hecho aprender endemoniadamente de la vida. Por fortuna nunca me junté ni con los muy holgazanes y frívolos que me hubiesen inducido al vicio y los placeres (ja!) y hubiese desatendido mi estudio; ni me junté con los que se creen muy sabios, ya que habría estado en constante competencia por ser el pensador que México esperaba.
Estuve con gente normal, con gente que tiene un pensamiento común, muy similar al resto del mundo, gente que me da cuenta de lo que soy y en dónde estoy situada, gente que no me dejó viajar al Olimpo, que me bajó a tierra cuando fue necesario, y que me levantó del suelo cuando así lo requerí.
Conocí a gente con un nivel intelectual inferior al mío, pero también gente que me superaba llevándome años luz de distancia, dejándome siempre con la boca abierta y sin un parpadeo. Todo el tiempo estuve en el centro, quejándome de todo, criticando, no estando conforme, pero aprovechando esta situación de caos para aprender a mi propio ritmo, para darme mis pausas, para darme mis gustos y darme chance de disfrutar hasta el más mínimo detalle, de disfrutar inclusive el sufrimiento.
Sí, efectivamente nada fue cien por ciento malo.
El sexto semestre está por terminarse, y una nostalgia inaudita comienza a invadirme de pronto: lo no aprovechado ya no se aprovechó, las palabras lindas que no dije en su momento, ya no se dijeron… pero lo bueno que he vivido ya está escrito en esta historia. Todavía falta… pero hasta aquí habrá un cierre. Lo que ocurra el otro año… es algo de lo que aún no quiero preocuparme…